Para empezar la Mediación es una forma pacífica de gestionar y solucionar los conflictos. El mediador, que es imparcial y neutral, facilita a las partes encontrar acuerdos que beneficien a todos, sin vencedores ni vencidos.
Todas las familias tienen habilidades para salir adelante y lo hacen satisfactoriamente. Entre estas, la comunicación es muy importante ya que el entorno familiar es un entorno de comunicación. Esta habilidad fundamental se pone a prueba en la adolescencia por los conflictos y problemas de convivencia que surgen ya que, citando a Watzlawick: “En esa etapa indefinida entre la infancia y la edad adulta, es fácil para ellos que sus padres les reconozcan la libertad que es propia de los adultos; en cambio si se trata de obligaciones, siempre pueden valerse del pretexto de ser demasiado jóvenes”.
La adolescencia de los hijos es una etapa en que a la familia le viene muy bien la Mediación para encontrar la comunicación que desbloquee conflictos y posibilite una convivencia satisfactoria. Es una forma óptima de afrontar los conflictos que surgen dentro del seno familiar y no solo con los adolescentes.
¿Qué aporta la Mediación?
- Ayuda a los miembros de la familia a establecer una buena comunicación, ya que existe una relación directa entre las conductas del adolescente y los modos particulares de comunicación y relación de su familia.
- Es un magnífico procedimiento para enseñar a los adolescentes a solucionar los problemas de convivencia y superar los conflictos familiares de manera dialogada.
- Busca responsabilizar a los jóvenes de aquellas tareas que les competen y a asumirlas; hacerles conscientes de las capacidades que tienen y pueden desarrollar, lo que pueden ofertar y lo mucho que todo esto interesa a sus progenitores.
- Se trata también de cambiar la actitud de los padres ante los hijos ya que en esta nueva etapa el control y otros planteamientos anteriores hay que actualizarlos.
¿En qué conflictos puede ayudar la Mediación?
Los más frecuentes:
- La organización y colaboración en las labores domésticas.
- Los estudios.
- Los horarios, tanto desde la preocupación por lo que hacen fuera de casa a esas horas como por lo que no hacen dentro de la casa debido a los cambios de sueño.
- Temas económicos, no solo lo que cuesta su manutención sino también el consumismo en el que están inmersos que les lleva a exigir marcas y gastos elevados.
- Uso de Internet.
- Consumo de drogas o alcohol.
- Conflictos relacionados con la esfera de lo personal: relación entre hermanos o con otros miembros de la familia, amistades, etc.
- La vuelta o demora en la marcha del domicilio familiar del hijo adulto situación que cada vez se da más y que somete a las familias a retos y conflictos que los padres no han vivido cuando eran hijos y que les cuesta afrontar.
- En casos de separación, la relación con el progenitor no custodio.
Conclusión
La adolescencia es un momento vital donde son inevitables los conflictos y los enfrentamientos; por eso, también, es un momento idóneo para aprender habilidades negociadoras. Para esta etapa familiar y en general para toda la vida familiar, recomendamos la Mediación que busca resolver conflictos y mejorar la convivencia lo que dentro de la Familia es fundamental ya que es la relación más a largo plazo y de continuidad que tenemos los seres humanos y por la que más merece la pena esforzarse.
Elena Huidobro, Psicóloga y Mediadora
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