¡Podemos y debemos rodear de felicidad a nuestros hijos pequeños!
¿Cómo?
Incrementando las emociones positivas, la alegría, el humor, el amor…, hacen que nos sintamos bien, que se desarrollen los recursos intelectuales, emocionales y físicos. Los niños experimentan seguridad, llevan a cabo más juegos por lo que se desarrollan y aprenden más, lo que hace que sientan más emociones positivas que, en forma de círculo vicioso, conducen al desarrollo de más habilidades y al bienestar.
Hasta los siete años la forma en que los niños son felices es experimentando emociones positivas por lo que los padres tenemos una misión muy importante: proporcionarles todas las oportunidades posibles para sentirlas ¡Que es algo que está en nuestra mano y dentro de la vida cotidiana!
Las claves:
- Contacto físico: los abrazos, los mimos, hay que repartirlos muy generosamente; en toda época son importantes pero en los bebés es su principal comunicación y conocimiento del mundo. ¡Todos los necesitamos!
- Utilizar juegos sincrónicos en los que los niños participen activamente y se esfuercen por conseguir metas. Son juegos de acción-reacción en los que aprenden que sus actos tienen consecuencias, por ejemplo las palmas palmitas con los bebés.
- Con el NO, ser tacaños: el no repetido, genera negatividad en el niño y afecta a su autoestima, se acostumbran y acaban por no hacer caso si es que lo hicieron alguna vez. Lo importante es decir lo que hay que hacer; por ejemplo “habla bajito” evitando decir “NO grites”. El NO, se debe utilizar únicamente para lo importante, el peligro, los límites fundamentales… lo que asegurará que nos escuchen con atención y tendremos más posibilidades de éxito.
- Apoyo, cariño y entusiasmo incondicionales, pero elogios y premios limitados. Los niños han de saber que esperamos que ellos hagan, y ante sus logros, nuestros elogios y premios han de ser graduados y en función del esfuerzo realizado sin mostrar demasiada sorpresa porque ellos son capaces de eso y mucho más. Los elogios y premios indiscriminados, excesivos, que no llegan como consecuencia de sus logros, transmiten al niño que no se cree en él, que es capaz de muy poco y por eso se le elogia y premia por nada.
- Nada de lloriqueos, malos modos ni pataletas. Tenemos que dejar claro que así no van a conseguir nada; deben saber que todas esas emociones negativas son malas para ellos y para todos los que están a su alrededor. Debemos fomentar las formas adaptadas de pedir las cosas y de expresarse, porque les va a ser útil no sólo en casa sino toda su vida. ¿Qué tal empezar por tratos? Por ejemplo: una sonrisa a cambio de un sí a algo que nos piden.
- Compartir las tareas de la casa. Todos formamos la familia, por lo que las tareas también son de todos. Cada hijo debe tener una según sus capacidades, destrezas y preferencias; puede ser simbólica al principio para luego ir aumentando en responsabilidad. El cuidado de las mascotas es una buena manera de empezar.
- Buscar la risa, hay que divertirse en familia, con juegos, películas y luego repitiendo los diálogos, recordando vivencias familiares divertidas ¡de varias generaciones! y qué decir de las cosquillas que parecen haber caído en desgracia últimamente.
Y falta la hora de irse a dormir pero eso ya en un próximo post.
Me encantará conocer tu opinión.
Elena Huidobro, psicóloga y mediadora www.mediacionytu.com, direccion@mediacionytu.com